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Desde que en pasados días tuviese lugar una mesa redonda sobre la carga isleña en la que entraban a debate ciertos aspectos del mundo de debajo de los pasos en nuestra localidad, mucha ha sido la polémica que se ha suscitado entre defensores de un gusto y otro en las redes sociales, llegando en mi opinión, a descalificaciones y ataques que poco o nada tienen que ver con lo que nos enseñó ese Dios que todos portamos sobre nuestros hombros ya sea en un estilo u otro.
La polémica comienza porque unos, defienden la almohada como herramienta única y exclusiva de nuestra Semana Santa, mientras que otros, lideran la revolución ante ésta queriendo imponer el costal.
Cierto es, que si nos centramos en temas cervicales e higiénicos, el costal gana al permitir que el cuerpo vaya totalmente recto sin provocar el llevar la cabeza baja y utilizando cada uno su herramienta propia, permitiendo además, el meter calzos individuales que ayudan en caso de dificultades de altura a la hora de confeccionar la cuadrilla.
Pero, no creo que sea necesario ese cambio en la Isla, no, y lo digo plenamente convencido.
Aquí, señoras y señores, aunque estos argumentos sean ciertos, la disputa viene a la hora de los andares de las cuadrillas, cosa que pienso, poco o nada tienen que ver con la herramienta de trabajo a utilizar.
Muchos quizás, defensores de los andares costaleros, suelen poner la excusa de la salud a la hora de introducir esta herramienta de trabajo, pero, amigos míos, ¿de verdad que sacaríais pasos aquí con dicha herramienta manteniendo los andares actuales de nuestra ciudad? Yo me apuesto una cerveza en Casa Naca a que no, y como bien dijo un ponente en esa mesa, con una herramienta u otra, la salud se resentirá igual puesto que es insano para la espalda el cargar.
Y ojo, que esté diciendo todo esto no quiere decir que me posicione a favor de un bando ni en otro, pero sí me posiciono en mantener nuestra herramienta de trabajo con nuestro compás de carga pero evolucionando acorde a los tiempos.
A muchos de los defensores de la almohada se les escapa que sin la evolución y adaptación a lo nuevo, nuestra carga se queda estancada, provocando más mal que bien a nuestro estilo particular, ya que existe un miedo a Sevilla que creo nos está frenando a la hora de evolucionar nuestra carga como debiese, ya que en lugar de ir hacia delante, buscamos una reafirmación en movimientos bruscos que poco o nada tienen que ver con nuestra verdadera carga.
Lógicamente, no serán lo mismo los andares de una hermandad de negro, que una solemne o una de barrio, y tampoco los andares serán igual en un misterio como el de Prendimiento, que en un nazareno como Gran Poder, o en un paso de palio de cajón, o uno de malla.
Los andares y nuestras formas tienen que evolucionar dentro de nuestros cánones, que entiendo, es la almohada como herramienta de trabajo, y el andar lento o militar como cañaillas que somos, pero una vez respetando eso, pienso que nuestra carga puede dar muchísimo más de sí, sin encerrarnos en el clásico quieto y vámonos que en mi opinión, veo obsoleto para muchas cofradías (que no todas).
Todo esto lo digo, porque la música procesional de hoy día, no es la de los años 80, ya que al igual que todo en la vida, ha evolucionado, y nosotros nos hemos estancado sin saber adaptarnos a los nuevos tiempos, provocando además de un retroceso en nuestra carga en mucha cuadrillas, una revolución de un sector que considera que el costal es la solución.
En Sevilla o en Cádiz, al igual que aquí, los pasos siempre han andado de frente, pero un día la música cofrade evolucionó, las bandas militares se perdieron y muchas bandas se profesionalizaron hasta límites insospechados, creando composiciones totalmente novedosas, provocando que mucha cuadrillas dependiendo del estilo de la cofradía en la calle, hayan adaptado sus andares a la música procesional.
Cuando en un debate se habla de evolución de nuestra carga, tanto por un lado como por el otro sale el tema del costal, de la herramienta de trabajo, pero pocas veces por no decir nunca, se entiende el debate desde el prisma de nuestros andares.
Lógicamente, por mucha evolución musical que haya, no me imagino al Señor de Medinaceli o al Nazareno por poner ejemplos, dando izquierdos a la música, pero, ¿por qué no pueden utilizar ese recurso cuadrillas de misterio tipo Cristo Rey, Huerto o Prendimiento?¿Es una aberración a nuestro estilo?¿O quizás sea la mejor manera de defender lo nuestro ante lo foráneo diciendo: nosotros también sabemos evolucionar sin necesidad de revoluciones?
Porque señores, nuestra carga no necesita una revolución, pero si necesita una evolución, y no ya solo en los andares referente a la música.
Necesitamos dejar ese papel de protagonistas de la fiesta que muchos exigen en las mesas redondas; necesitamos dejar de hacer refrigerios y empezar a pensar en el hermano que viste la túnica y que es el que verdaderamente sufre; necesitamos dejar el lucimiento propio por calles que poco o nada invitan a ello y empezar a andar un poquito más y dosificarnos más para los puntos verdaderamente importantes del recorrido; necesitamos cuidar más nuestro movimientos, sobre todo los fondos en los que muchas cuadrillas avalados por su capataz se quitan del paso, haciendo un daño a la estructura de los mismos que perjudica el patrimonio artístico que tanto nos está costando conseguir; necesitamos introducir auxiliares en los cuerpos de capataces que ayuden al Capataz en la salida procesional; necesitamos dejar de coger las esquinas como un camión y disfrutarlas en la medida de lo posible al compás de nuestras marchas; necesitamos, necesitamos, necesitamos...
... y así un sinfín de cosas y detalles que ayudarán a que los debates sobre nuestro estilo y nuestro miedo a perderlo, se vea reducido en cenizas.
Después de leer esto, muchos no lo verán así, y tanto de un lado como de otro me pondrán a parir, pero es la única manera que tenemos de perdurar en el tiempo le pese a quién le pese.
Reciban abrazos y feliz Pre-Cuaresma que se aproxima.